Hace ahora dos años publicaba la entrada que literalmente vuelvo a reproducir:
"Avanzan
pausados los días, recién salidos de un sofocante e inusual agosto, aún
queda lejano el ansiado comienzo de temporada, sentado en el sillón del
salón, sin querer, cierro los ojos, tras unos minutos de absorto
trance, abro una puerta a la que lentamente me asomo... un insolente
soplido de aire frío se desliza por mi rostro, cruzo el vano y me
adentro en las álgidas mañanas serreñas, al caminar percibo el chasquido
de mis botas al aplastar el pasto cristalizado por la helada, un
soniquete que delata mi presencia y se funde con la sinfonía alborozada
de un pajarillo que, con cortos vuelos, visita las inmóviles encinas de
la dehesa, las mismas que año tras año divisan un rosario de vehículos
que se dirigen hacia ellas.
Los
primeros rayos de sol hacen que el vaho que libera la helada se
mimetice con el humo de la lumbre en la que se arremolinan los monteros,
mientras camino hacia ella, mi relente nariz revela el inconfundible
olor a unas ricas migas mañaneras, nada mejor para calentar el cuerpo,
arrimado a la candela entre saludos y tertulia con los amigos.
Una
imponente voz que rebasa el murmullo de la concurrencia, me pone en
aviso de la salida de las armadas, el camino hacia el puesto es
sinuoso, con precaución franqueo un arroyo transitado por límpidas aguas
que tornan crecidas por las copiosas lluvias de hogaño. Observo
minuciosamente los contornos del puesto, la reses deben colarse por una
vereda bien definida "pecho enfrente", una ladra hace ponerme al
acecho, en un santiamén percibo la majestuosa y elegante silueta de un
magnífico venado... al unísono mi hijo mueve el sillón ligeramente y me
pregunta - ¿Papá porqué no me contestas cuando te hablo?
- Hijo, es que estaba viendo un venado muy bueno.
- Ah! bueno, ya se lo que te pasa, tranquilo que ya queda poco..."
Este año he querido, conscientemente, estar un poco al margen de la caza, pero el olor a sierra me está llegando a través de otros medios, más tecnológicos e insipidos, con el hervidero publicitario de las monterías que se cuecen en las redes sociales, aunque hogaño las tornas han cambiado, ni las lluvias han sido copiososas, ni queda mucho, ni poco, en realidad no se ni lo que me queda.
Cuando la justicia se vuelve injusta y cuando se viola la libertad de las personas, solo queda esperar. Siempre he dicho que la montería empieza cuando suena el despertador y termina cuando regresas casa, unas doce horas, de las cuales solo tres aproximadamente estás con el rifle, tampoco es tanto tiempo, digo yo. Ahora toca disfrutar de la montería como siempre y del puesto desde una perspectiva distinta, más serena, con menos nervios y menos trastos, pero con la misma ilusión, deleitandome más y mejor de los lances de los amigos, de los éxitos de estos, del cazar de los perros, de la carrera de las reses rompiendo sierra...
De igual modo reproduzco un extracto de lo que escribía el pasado año después de una montería de Monteros de Tradición.
" Igualmente y al unísono la alegría se ha apoderado de mi al poder ir por
primera vez con mi hijo de montería, al escuchar y responder sus muchas
preguntas en relación con la caza, al oir las palabras que salieron de
su boca cuando disparé y vio desplomarse un venado a la carrera, al
avisarme que por el testero estaban entrando las reses, al verlo en la
junta de carnes de un lado para otro, como loco, tocando las cuernas de
los venados, al observar su cara de felicidad cuando llegaban los
remolques, al enseñarle de como se tiene que estar en el puesto, de
donde se puede y no se puede tirar y al darme cuenta de que se ha
envenenado con la montería."
A mi me pueden mandar a tomar... fanta, se disfrutar de la montería de muchas otras formas, he querido concienzarme y creo que lo he conseguido que el hecho de llevar un rifle, en estos momentos es algo superfluo, pero por lo que más lo siento es por ese niño que tanto disfrutó con su padre la temporada pasada.