Conoce nuestras sierras de cabo a rabo, ha cazado en excepcionales fincas, Sardina, El Tamujar, Castorano, Fontanarejo o Valdelagrana son claros ejemplos de lo que sus botas pisan.
Se queja y no le falta la razón, de las trabas administrativas que acucian hoy en día a las rehalas, muchas de ellas sin sentido alguno, estas dejan de ser rentables (doscientos y pico euros por montería no cubren gastos) y pueden dar al traste con muchos años de tradición, en tono irónico me comenta y eso da que pensar, que al final van a ser los moros los que con un palo y una lata vayan haciendo ruido para levantar a las reses.
Pero eso no es todo, además de ser un buen perrero es una buena persona, que es más importante aún, siempre con la sonrisa en la boca y dispuesto a ayudar, ¿Que más se puede pedir?, pues que pasen muchos años oyendo su voz en lo más hondo de la sierra y siga levantando con sus perros el gran macareno con el que todos los monteros soñamos.